lunes, 22 de octubre de 2012

TERSCH como síntoma de la degración de los valores de la derecha

Cuando oímos hablar de austeridad, la mayoría de los empleados públicos  y muchos, muchísimos, de los trabajadores privados no llevamos la mano a la cartera.

Los unos, porque sabemos que nos van a recortar nuestros salarios; los otros, porque suponen que los recortes se contagiaran y, en cualquier caso, saben que los recortes públicos afectan a gran parte de su salario indirecto: la gratuidad de la enseñanza y la sanidad pública, los precios del transporte público, etc.

Y, sin embargo, no tendría que ser así. Los más interesados en que se use apropiadamente el dinero de nuestros impuestos somos quienes los pagamos "religiosamente" a través del descuento en nuestras nóminas. (Quienes no disponemos de otros ingresos que las nóminas somos los únicos que no defraudamos).

Los trabajadores, públicos y privados, queremos que no se despilfarre nuestro dinero sino que se use en cosas útiles y productivas.

Ocurre, sin embargo, que para los malos gestores, esos que nos han llevado a esta situación de crisis, lo fácil, lo sencillito, es recortar salarios y empleo y lo complicado, investigar los múltiples sumideros por los que se desaguan nuestros impuestos.

Hace unos días, viendo un debate en Telemadrid, descubrí uno de esos sumideros al enterarme de que un tal Tersch cobra 500 euros cada noche por una intervención de más o menos dos minutos. 

Supongamos que, agotado por el esfuerzo, el tal Tersch no trabaje los fines de semana (viernes, sábado y domingo) y comprobaremos que al tal Tersch nuestros impuestos le pagan al mes, por menos de 50 minutos de cháchara, la friolera de 8.000 euros. Como cobra por otros dos programas otros 4000, al final se lleva de nuestros impuestos 12000 euros (http://www.elplural.com/2012/11/16/¿cuanto-cuesta-hermann-tertsch-a-los-madrilenos-telemadrid-le-paga-12-000-euros-al-mes/ ) Más de seis veces, 6, lo que gana, en mano, un maestro.

(No voy a meterme con la presunta catadura moral del tal Tersch. Resulta gratificante ver cómo los católicos fundamentalistas del PP perdonan los presuntos pecados de presuntos pederastas, como Dragó, terroristas, como Pio Moa, o presuntos puteros cinematográficos, como el director del Inmundo, en cuanto ponen su pluma al servicio de la calumnia y el rencor).

El salario no recortado de Tersch me parece un síntoma ejemplar de las prioridades y escala de valores de la derecha, capaz de pagar más a un propagandista, por muchísimo menos trabajo, que a diez maestros.

Desconozco los méritos  del tal Tersch pero puedo asegurar que en ningún momento hizo una oposición, en ningún momento participó en un concurso  donde compitiendo con otros candidatos tuviese que demostrar sus aptitudes. De su biografía en Wikipedia parece deducirse que fue uno de esos militantes del Partido Comunista que descubrió, con ayuda de los apellidos familiares, que era más lucrativo ser vocero de la derecha y abandonó sus veleidades juveniles.

Su salario no responde a ninguna lógica del mercado como nos querrían hacer creer. Parece difícil que el tal Tersch pudiese encontrar otra televisión de  extrema derecha donde le pagasen tal cantidad por 50 minutos de trabajo.  Por el contrario, su trabajo, que si desapareciese no originaría ningún cataclismo en Telemadrid o en los medios de comunicación, podría ser realizado por cualquier joven licenciado en Ciencias de la Información por una sexta parte de lo que cobraba el tal Tersch. 

Su salario responde a la escala de valores y el orden de prioridades que la derecha política mantiene incluso en épocas de crisis como ésta. Primero sus asesores y propagandistas, después enseñantes, enfermeros, médicos, etc.

Mientras la sociedad permita estos desmanes, mientras se permita que una televisión propagandista, y que pierde dinero todos los años, page esos salarios a periodistas del pesebre mientras se maltrata y malpaga a sus docentes, será difícil salir de la crisis sin recurrir a políticas autoritarias y a la represión de los disidentes.

(Aqui acaba el post pero no me resisto a comentar otro aspecto. Estoy convencido de que si el tal Tersch leyese esto, alegaría que su trabajo real no es de dos minutos sino que necesita más tiempo para preparar sus intervenciones, documentarse, contrastar fuentes y que lo que a nosotros nos parece una breve homilía de cinco minutos exige mucho mayor tiempo de trabajo.

No le crean. Es la misma cantinela que cuentan los docentes sobre sus horas de preparación de clases, programación, evaluación, coordinación, etc. Esas pamplinas ya fueron rebatidas por Espe Rancia y aplaudidas por el propio tal Tersch. Si no vale para los profesores, no debería valer para el tal Tersch.)

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